Editorial

EL DECANO FRENTE A SU RESPONSABILIDAD

Publicado el 29 de Julio del 2014

     “Al final, la decisión del Gobierno ha sido la de asignar el Registro Civil a los registradores. Esta asignación se hace con plena capacidad auto-organizativa del Colegio de Registradores en los aspectos relativos a la organización territorial, material y tecnológica del Registro Civil, dentro del respeto, como es lógico, a la ley de 2011.

     

      A tales efectos, los aspectos relativos a la demarcación registral, ya iniciada, serán reconsiderados, procediéndose a una nueva propuesta por parte de la Dirección General para su aprobación por el Colegio.

     

      Lo mismo cabe decir respecto del tema del Registro electrónico que será diseñado, desarrollado y gestionado íntegramente por el Colegio de Registradores de acuerdo con las pautas de seguridad proporcionadas por la Dirección General y acordadas con el Colegio”.

     

      Cuesta creer que sólo hayan transcurrido cinco meses desde que, según la carta que con fecha 12 de febrero él mismo nos remitió, el Ministerio realizara este ofrecimiento a nuestro Decano. Cuesta todavía más entender porqué no lo aceptó. Ninguno de las amenazas que se ciñen sobre nuestro colectivo y que él mismo ha explicitado en sus recientes comunicaciones existiría. Habría retos que afrontar. Nada más, aunque también, nada menos.

     

      Es inútil mirar hacia atrás, pero sólo si lo que se pretende es alimentar la añoranza. Conviene por el contrario hacerlo para no pecar de injusto, soberbio o mentiroso. Del texto antes reproducido no parece deducirse que la actitud del Ministerio en particular y del Gobierno en general haya sido intransigente o poco generosa. De ahí que las continuas acusaciones que nuestro Decano les realiza en este sentido resulten difíciles de creer. Tuvo mucho en su mano pero decidió rechazarlo. ¿Por qué? Lo ignoramos. Él jamás lo ha dicho y no estaría de más que nos lo aclarara, que, siquiera en soledad, reflexionara sobre lo ocurrido.

     

      Ésta es la segunda razón por la que es bueno mirar hacia atrás, para aprender de los errores. Parece evidente que el mayor problema que a día de hoy tenemos que resolver es la amenaza de ruptura, un riesgo que, en el momento en que el Decano nos envió ese documento, no existía. La intención del Ministerio era clara: no sólo contar con el Colegio sino atribuirle un papel preeminente en el desarrollo de la reforma que había decidido ejecutar. La única línea roja que trazó fue precisamente ésta, que la reforma había de llevarse a cabo. No parece pues muy aventurado concluir que, con su cerrazón, él solo ha creado esa amenaza.

     

      Lo más asombroso es que, teniendo en sus manos la posibilidad de resolver el desaguisado que ha organizado, no lo haya hecho ya. Prefiere seguir jugando a estadista, en unos términos que recuerdan mucho a los que han causado el drástico cambio que, desde la fecha de su anterior misiva, ha sucedido, un cambio que, como decimos, ha transformado un reto en una amenaza. De acuerdo con esta faceta de estadista, se ha especializado en ruedas de prensa, editoriales de revista y artículos de opinión en los que, además de criticar y embestir a los que tienen la facultad de decidir, por cierto con evidente olvido de la generosa oferta que recibió, se dedica a abrir nuevos debates como el de la financiación de los registros que sitúa el arancel en el foco del debate. Brillante estrategia.

     

      Lo tuvo todo y se ha quedado sin nada o, para ser más exactos, con la amenaza de una ruptura encima de la mesa, una ruptura que la ley de colegios profesionales puede acabar de convertir en irreversible. Conviene que no olvide todo lo que todavía podemos perder. Es mucho. En lugar de conjeturar y temblar y jugar a ser más listo que los otros y clamar por la mala suerte que ha tenido, por las múltiples redes de las que asegura que es prisionero, el Decano debería por ejemplo pensar en cómo hacer para reducir gastos. Es conveniente que recordemos el presupuesto colegial. ¿No hay ninguna partida que se pueda reducir? Todos lo hemos hecho en nuestras oficinas. ¿Por qué él ni se lo plantea? Es muy instructivo que cada uno de nosotros recordemos el importe que, el último año, hemos pagado al Colegio en concepto de cuotas obligatorias. ¿Alguien lo considera normal? Convendría recordar que, en el borrador de Colegios Profesionales, se prohíbe fijar unas cuotas superiores a 300 euros/año. ¿Te parece normal la diferencia, Decano?

     

      No caben más errores. Ya has cometido demasiados. Es momento de ser realista, de disipar amenazas, de tomar decisiones. Tú, Decano, tienes la responsabilidad. Esperamos que la asumas. Después, si el riesgo se consuma, todas las explicaciones que nos den no consolarán a nadie.

     

     

     

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